top of page

LAS MUJERES ESTAMOS EN LA BANCA


Escritora politique: Joana Valentina Ariza

Correctora de texto: Fernanda Elizabeth Vargas Ortega

Sección: Nosotras en los deportes




Cada vez que hay un partido de futbol, el mundo —o por lo menos Latinoamérica— se conmociona. La cosa parece sencilla: noventa minutos repartidos en tiempos de cuarenta y cinco, prórrogas para cada uno de eso tiempos y penales si llegan a ser necesarios; si gana su equipo (o, incluso, a veces si pierde) la hinchada de hombres grita, se sacan la camisa (y qué curioso es que ellos sí puedan hacerlo), se emborrachan y su festejo muchas veces culmina con violencias intrafamiliares.


Pero, la verdad, es que detrás de cada uno de estos enfrentamientos entre equipos hay un cúmulo de prácticas culturales que pasamos desapercibidas, dado que algunas veces lo único que tomamos en serio del partido de futbol es el partido per se y el análisis de quién jugará como titular y quién se quedará en la banca mirando cómo juega el resto del equipo.


Durante la cuarentena, en mi país, Colombia, los dos canales que más suenan y tienen mayor sintonía comenzaron a repetir los partidos de futbol de antaño que más rating habían tenido. La gente se puso muy contenta por esa decisión, pero —como era de esperarse— los partidos de la selección femenil no fueron retransmitidos. ¿Por qué?, no es muy difícil adivinar el por qué teniendo en cuenta que su transmisión en tiempo real siempre se hacía por internet y por el canal internacional, que no lo ve mucha gente. El futbol femenil en Colombia se empezó a transmitir desde 2012, no obstante jamás ha sido por la plataforma principal de los canales.

¿Las mujeres juegan futbol? Si la respuesta es sí, ¿no sería lógico que transmitieran sus partidos también y que la hinchada enloqueciera de la misma manera cuando ellas juegan? La historia de las mujeres y el futbol tiene muchas aristas y es que, en primer lugar, es difícil que una niña despierte este interés si desde la infancia le dan un bebé para que en sus juegos practique cómo ser una madre amorosa, entregadísima y soltera, pero a su hermano sí le regalan una pelota y ni de chiste le darían un bebé o una cocina de juguete: los juguetes no deberían ser distintos según el sexo, y este es un debate que llevamos mucho tiempo intentando tener, pero que las esferas tradicionales (machistas) se niegan a compartir.


Hace un tiempo, discutiendo con un señor por Facebook (porque sí, ser feminista casi siempre implica discutir con señores por Facebook) me decía “ustedes son las culpables porque no se interesan en este deporte”. La respuesta del señor me molestó profundamente porque, como ya dije antes, es la sociedad la que obstaculiza este interés en todas las niñas —aunque crean que por decir esto nos estamos victimizando—, y en segundo lugar, porque hay un montón de niñas que a pesar de esa barrera social sí están interesadas, tanto en verlo, como en jugarlo y ¿por qué es culpa de ellas no tener los espacios adecuados? Nada de lo que decía el señor parecía ser más que un “si quieren algo, esfuércense ustedes porque la industria futbolera no les va a dar ni un pedazo pequeño de césped”.


El problema es más profundo de lo que parece y es que si recordamos cómo funcionaba nuestra escuela, casi siempre, la cancha de futbol estaba cooptada por los varones, y, aunque a veces había partidos entre niñas, esto solo sucedía en los torneos porque en la cotidianidad, cuando la niña —a veces sin querer— se atravesaba en la cancha, le gritaban, le decían “¡córrase estorbosa!”, o simplemente se molestaban muchísimo. Recuerdo que tenía una compañera en secundaria que amaba el futbol y para poder jugar, les tenía que pedir permiso a quienes lo estaban haciendo, casi siempre se lo permitían, pero se miraban entre ellos y se reían del hecho de que ella también quisiera jugar.


Sabemos que toda liga, sea distrital, nacional o internacional debe contar con unas empresas patrocinadoras para que su existencia sea posible. Respecto a este tema, voy a hablar del caso colombiano, pues es el que conozco, pero estoy segura de que el fenómeno se replica en otras partes del mundo. La liga de futbol femenil cuenta solamente con dos empresas patrocinadoras, mientras que la masculina tiene, muchas veces, más del doble. La jugadora mejor pagada del mundo, Alex Morgan, gana cien veces menos que James Rodríguez, que es un jugador que siempre está en la banca; si la comparamos con Messi, vemos un desalentador desequilibrio: Messi gana 247.5 veces más que Alex Morgan.


La crisis del futbol femenil ha estado presente desde su misma aparición: jamás ha sido aceptado, transmitido ni patrocinado como el de los varones. Pero esto no es todo, hace menos de dos años, muchas jugadoras de la división sub 17 (menores de edad) comenzaron a contar que los dirigentes y un entrenador en particular, las estaban acosando sexualmente. El acoso sexual es un fenómeno presente en casi todos los espacios donde hay mujeres, y el deporte no es la excepción. Imaginemos que encontramos un único nicho donde las mujeres puedan jugar futbol y que ahí unos tipos que hasta te pueden triplicar la edad te toquen sin tu consentimiento y hagan comentarios sobre tu cuerpo y que además, estos sean tus “dirigentes” y por eso dependas de ellos, y que al final, como pasa casi siempre, la justicia patriarcal no haga casi nada al respecto.


El mismo señor del Facebook me decía: “ese futbol no vende, no gusta, no interesa” y “los dueños del futbol son hombres, por eso no las patrocinan” y esto me hizo pensar en lo que cuenta Nuria Varela en Feminismo para principiantes cuando narra el cómo los hombres hicieron negocios millonarios con sus hobbies mientras que nosotras nos limitamos al hogar, al modelaje —en muy buena parte por la sexualización de nuestros cuerpos— y a intentar ganar luchas políticas. En el momento en el que el señor me dijo: “los dueños del futbol son hombres”, sin que fuera su intención, me dio la razón en mi queja: eso es verdad porque al día de hoy ni siquiera nos prestan un estadio por más de dos horas para nuestros entrenamientos.


Decidí enviar un video de queja a uno de los canales y para mi sorpresa me escribieron felicitándome por atreverme a denunciar algo en televisión que, según esas personas, poca gente piensa; jamás supe si transmitieron mi video en el programa de quejas y reclamos del canal porque dormí bastante esa mañana, pero la cosa es que eso pasó hace tres meses y hasta la fecha no se ha transmitido ni un solo partido del futbol femenil en cuarentena.


11 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page