Ex CNDH, Casa refugio "Ni una MENOS"
- Revista Politique
- 17 sept 2020
- 3 Min. de lectura

Escritora politique: Andrea Rebecca Arrieta García
El 1 de septiembre en la CNDH(Comisión Nacional de Derechos Humanos), se llevaba a cabo una reunión con madres y padres de familia de víctimas de violencia, quienes estaban hartos de la nula respuesta de las autoridades, en busca de justicia buscaron una última esperanza en esta instancia, ¿qué ocurrió? Nada. Llenas de hartazgo dos madres de las víctimas decidieron atarse en las sillas de la sala de juntas.Marcela Alemán, madre de Lya, una pequeña que con tan sólo CINCO AÑOS fue abusada sexualmente por profesoras y profesores de su colegio.
“Estoy aquí en la sala de juntas de Rosario de Piedra y me he amarrado, porque ya me querían mandar otra vez a poner otra denuncia. Ya me cansé. Mi niña, es una niña que merece ser defendida por los derechos humanos. Pero no, todo un Estado le ha pisoteado sus derechos, ha hecho con ella lo que quiere, y no solo por Lya, por todas las niñas y todos los que son víctimas, ya basta”.
En apoyo a estas protestas colectivas feministas, familiares de víctimas por desapariciones forzadas y activistas ambientales, tomaron las instalaciones de la CNDH, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Acción directa para que las instituciones escuchen a nuestras hermanas y se resuelvan sus demandas, entre las cuales se encuentran: aplicar medidas urgentes y efectivas contra la violencia de género y desapariciones forzadas, reasignar fondos, activar la alerta de género en todo el país, entre otras cosas.
Yesenia Zamudio, activista feminista declaró en una entrevista “Estamos pidiendo una vida libre de violencia. Somos tantas las mujeres que hemos vivido violencia que estamos hartas. Hartas de no ser atendidas, de ser tratadas de limosneras. Queremos que nos vean”.
Entre poderosas imágenes de demandas en paredes y fachada del inmueble, nuestras compañeras están en pie de lucha, entre instituciones ineptas que no se han pronunciado ante las demandas de las víctimas quienes llevan años buscando justicia, en medio de un Estado que nos sigue matando y un presidente que señala “Quienes eso hacen o no conocen la historia (...) o son conservadores”. Esto es el sistema patriarcal, un sistema que no beneficia a las mujeres, donde tenemos que unir esfuerzos para visibilizar esta violencia y aun así somos criminalizadas. Nuestro único “crimen” es exigir nuestros derechos.
En respuesta, colectivas feministas del Bloque Negro, madres e hijas de víctimas de violencia declararon no devolver las instalaciones,con martillo en mano se deshicieron del nombre de la institución y en su lugar colocaron una manta con el nombre “Ocupa, Casa de Refugio Ni Una Menos México”. Colocaron un centro de acopio, así como reasignaron los lujos de la oficina de Rosario Robles para entregar despensas a madres de víctimas de violencia.
La impericia de la CNDH se debe a una constante reproducción de la violencia sistemática que sufrimos las mujeres, no importa que sea Rosario Robles (una mujer), si tan sólo se perpetua el estatus quo que beneficia al sistema, invalidando nuestras exigencias mediante discursos que no van a ningún lado. La toma de dicha institución es un símbolo de reapropiación del espacio, el acto de Marcela Alemán va más allá de una protesta, es el entendimiento de nuestras cuerpas como primer territorio, y las cuerpas invaden el espacio, refuncionalizando éste con base a sus protestas. “Ocupa, Casa de Refugio Ni Una Menos México” es un espacio de contradicción para un centro histórico privatizado y jerarquizado, aquí se están formando relaciones sociales de mujeres para mujeres, “es el lugar donde estápuesta la superación de las alienaciones que lo envuelven” (Alessandri, 2016). Hermanas, la lucha no termina, reconocer nuestras cuerpas como primer territorio nos dotará de su valorización para esta lucha, es por eso que actos de refuncionalización y resignificación de espacios son necesarios para contraponernos y visibilizarnos en este país.
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