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ANIVERSARIO DE LA DECIMONOVENA ENMIENDA

Escritora politique: María Arteaga Villamil

Sección: Mujeres en política


Agosto del 2020 marca el centenario de la aprobación de la 19a Enmienda de los Estados Unidos. La decimonovena enmienda garantiza y protege el derecho constitucional de voto de las mujeres, puntualizando que el derecho de los ciudadanos al voto no sería denegado ni acortado por el gobierno federal ni por ningún otro estado por razón de sexo. A pesar de que dicha enmienda se introdujo inicialmente en el Congreso en 1878 no fue aprobada hasta mayo de 1919 y ratificada el 18 de agosto de 1920. Finalmente, la Decimonovena Enmienda fue adoptada oficialmente el 26 de agosto de 1920, evento que marcó un hito para décadas de luchas por el sufragio femenino en este país.

Obviamente, hablar del sufragio femenino en los Estados Unidos es algo súper complejo por muchas razones: sistema de gobierno, dispersión geográfica, cuestiones de clase, etnia y raza, entre otros. Pero vamos ¿qué tema involucra los derechos de las mujeres no lo es? Lo anterior no impide que hagamos un breve recuento de cómo las sufragistas[1] estadounidenses lucharon por el voto femenino. Antes de esta enmienda, el voto femenino era “permitido” por algunos estados en ciertas circunstancias, pero ciertamente no era reconocido como un derecho ni era para todas las mujeres en el país. Por ahí de mediados del siglo XIX, las organizaciones que apoyan los derechos de las mujeres se hicieron más activas y, en 1848, en un documento llamado la Declaración de Sentimientos, se pedía la igualdad entre los sexos e incluía una resolución que instaba a las mujeres a asegurar el voto. Sin embargo, a pesar de múltiples intentos y apelaciones, la Suprema Corte de Estados Unidos rechazó la petición y es así como surgen voces de activistas como Susan B. Anthony, Elizabeth Cady Stanton, Lucy Burns y Alice Paul[2]. Estas mujeres se resistieron a la idea de que la mujer ideal era una esposa y madre piadosa y sumisa, preocupada exclusivamente por el hogar y la familia y argumentaban por una nueva forma de pensar sobre lo que significaba ser mujer y ciudadana en los Estados Unidos.

En 1869, Stanton y Anthony formaron la Asociación Nacional de Sufragio Femenino (NWSA) con la mirada puesta en una enmienda constitucional federal que otorgaría a las mujeres el derecho al voto. Mientras que ese mismo año, los abolicionistas Lucy Stone y Henry Blackwell fundaron la American Woman Suffrage Association (AWSA). A pesar de las divisiones entre las dos organizaciones (especialmente en lo que correspondía al voto de los hombres afroamericanos) en 1890, la NWSA y la AWSA se fusionaron para formar la Asociación Nacional Estadounidense del Sufragio de la Mujer (NAWSA). Su primera victoria se dió en 1869 cuando el Territorio de Wyoming otorgó a todas las mujeres residentes de 21 años o más el derecho al voto. En años siguientes, los estados de Colorado, Utah e Idaho adoptaron enmiendas a sus constituciones estatales que otorgaron a las mujeres el derecho al voto. Con la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial cambió la percepción pública del sufragio femenino. Las sufragistas entonces apoyaron el esfuerzo bélico, argumentando que las mujeres deberían ser recompensadas con el derecho al voto por su servicio patriótico en tiempos de guerra. El ambiente “patriótico” convenció a la opinión pública, lo que llevó al presidente Wilson a anunciar su apoyo a la enmienda al sufragio en 1918. Fue aprobado en 1919 y adoptado en 1920.

[1] El término sufragista, fue originalmente utilizado por la prensa británica para burlarse de las tácticas de confrontación de las militantes del sufragio asociados con la Unión Política y Social de Mujeres (liderada por Emmeline Pankhurst, Sylvia Pankhurst y Christabel Pankhurst). Los desfiles, las manifestaciones masivas y los discursos de militantes subidas en una caja, marcaron un paso definitivo para las mujeres hacia el ámbito público. Por lo tanto, si se utilizó la sufragista para disminuir o degradar el activismo por el sufragio, para mujeres activistas se convirtió en una insignia orgullosa de su militancia. Julia, Mickenberg, Suffragettes and Soviets: American feminists and the specter of revolutionary Russia. [2] No olvidemos los nombres de otras sufragistas menos conocidas, como Marie Louise Bottineau Baldwin, la Dra. Mabel Ping-Hua Lee y Nina Otero-Warren, quienes además de abogar por el sufragio fememnino, también luchaban contra el racismo y la discriminación en los Estados Unidos.


Por su parte, aunque en aquel momento la mayor parte de la oposición al sufragio femenino había estado dominada por hombres, se comenzó a gestar un movimiento anti-sufragista, en el que las mismas mujeres jugarían un papel crucial en el intento de evitar que las mujeres obtengan el derecho al voto. El movimiento anti-sufragista movilizó comités, circuló peticiones y creó asociaciones para oponerse al sufragio femenino en varios estados de la costa este. cómo mucha de la retórica de la época, la oposición al sufragio femenino argumentaba que otorgar a las mujeres el derecho al voto, conduciría a una ruptura de la unidad familiar, del papel de la mujer como esposa y madre, y de lo que consideran un lugar privilegiado en la sociedad. Las razones para oponerse al sufragio eran mucho más complejas, pero uno de los más claros impulsados por las anti-sufragistas era la idea de que las mujeres ya tenían su propia forma de poder (en casa, en el espacio privado, cómo influyentes señoras del hogar y madres de familia). Muchas de las mujeres en el movimiento anti-sufragio alegaban que el sistema político era un espacio corrupto, y si las mujeres se unían a él, inevitablemente se volverían tan corruptas como los hombres. Por si fuera poco, este movimiento intentó a toda costa demonizar a las sufragistas y presentarlas como personas que odiaban a los hombres, cómo mujeres poco atractivas, menos femeninas y poco deseables (por ello amargadas), cómo mujeres desmasculinizadoras, malas esposas y madres… ¿les suena familiar todo esto?


Título: Everybody Works but Mother (Todo el mundo trabaja menos mamá)

Serie sufragista No. 11, 1909 Postal anti-sufragio femenino








Título: Loo king backward (Mirando hacia atrás)

Caricatura política creada en 1912 por Laura Foster y muestra sus opiniones sobre el sufragio.

Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos












Cómo verán, los esencialismos sobre la mujeres permeaban por todos lados (la idea del poder en el espacio doméstico y también de la inherente bondad femenina) y aunque se argumentó que el voto femenino significaría la pérdida de “la influencia femenina dentro del hogar”, “de la superioridad moral de las mujeres”, “la competencia con los hombres”, “las mujeres no podrían involucrarse en la política mientras también cuidan a sus hijos y su hogar”, entre otras muchas falacias, toda esta campaña no impidió la ratificación de la 19ª Enmienda en agosto de 1920.

Sin embargo, la aprobación de la decimonovena Enmienda, no garantizó el acceso al voto de todas las mujeres. Las mujeres de color siguieron sin poder emitir su voto en muchos estados con tácticas como impuestos electorales, leyes locales y otras restricciones. Las batallas por el sufragio continuaron durante décadas, a menudo en un contexto de intimidación y violencia y tuvieron que pasar más de 40 años para que todas las mujeres lograran la igualdad de voto.

La ratificación de la 19ª Enmienda y el movimiento sufragista detrás de ella, se convertiría en una fuerza nacional que influiría en las futuras generaciones feministas de los Estados Unidos. Obtener el voto fue solo el primer paso hacia la búsqueda de la emancipación de las mujeres y la creación del tipo de sociedad justa que muchas feministas imaginaban. A partir de este movimiento, las feministas estadounidenses buscarían concebir un nuevo modelo de ciudadanía que abarcara no solo los derechos políticos sino también los derechos sociales, la seguridad económica, entre otros..


¿Por qué es importante recordar esto? Porque fueron las mujeres estadounidenses, y especialmente las sufragistas, quienes lucharon y ganaron el voto a través de su voz y acción. Esto nos recuerda que, en muchas partes del mundo a lo largo de la historia, las demandas de las mujeres por sus derechos siempre han buscado interrumpir y reorganizar las relaciones de género, para buscar convertirse en participantes activas en la esfera pública e individuos plenos con agencia y autonomía. Finalmente, un recorrido por la historia nos hace ver que aún todavía, las mujeres que luchamos por el reconocimiento de nuestros derechos, seguimos recibiendo la misma clase de mensajes. Siglos después, las activistas por los derechos de las mujeres, las mujeres líderes, las mujeres feministas todavía enfrentamos exactamente las mismas críticas.


Referencias:

[1] El término sufragista, fue originalmente utilizado por la prensa británica para burlarse de las tácticas de confrontación de las militantes del sufragio asociados con la Unión Política y Social de Mujeres (liderada por Emmeline Pankhurst, Sylvia Pankhurst y Christabel Pankhurst). Los desfiles, las manifestaciones masivas y los discursos de militantes subidas en una caja, marcaron un paso definitivo para las mujeres hacia el ámbito público. Por lo tanto, si se utilizó la sufragista para disminuir o degradar el activismo por el sufragio, para mujeres activistas se convirtió en una insignia orgullosa de su militancia. Julia, Mickenberg, Suffragettes and Soviets: American feminists and the specter of revolutionary Russia.

[1] No olvidemos los nombres de otras sufragistas menos conocidas, como Marie Louise Bottineau Baldwin, la Dra. Mabel Ping-Hua Lee y Nina Otero-Warren, quienes además de abogar por el sufragio fememnino, también luchaban contra el racismo y la discriminación en los Estados Unidos.


Decimonovena Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Wikipedia. Disponible en https://es.wikipedia.org/wiki/Decimonovena_Enmienda_a_la_Constituci%C3%B3n_de_los_Estados_Unidos

Mead, Rebecca. How the vote was won: woman suffrage in the western United States, 1868-1914. NYU Press, 2006.

Mickenberg, Julia L. "Suffragettes and Soviets: American feminists and the specter of revolutionary Russia." The Journal of American History 100.4 (2014): 1021-1051.

Sobre nuestra escritora:

María Arteaga Villamil (Twitter: @Locaniana, Facebook: @mariartea, Instagram: mariartea)

Feminista por convicción, antropologá por vocación. Poblana a la que no le gustan las cemitas con papalo.

Tiene un Doctorado en Estudios Avanzados en Antropología Social por la Universidad de Barcelona. Su investigación se centra en el análisis de la reproducción de las diferentes dimensiones culturales de la feminidad y cómo se entrelaza con las diversas perspectivas de clase, edad, etnia, sexualidad y dinámicas familiares, entre otros.

Actualmente colabora en el Programa de Reunificación Familiar en The Women's Building, San Francisco CA, EUA.

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