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Mucho por ganar: únanse al aquelarre lésbico.



Dirigido a todas las mujeres:

Somos Lesbianas de la Munda, una grupa de mujer es lesbianas de distintos territorios de la tierra que en 2022 y que ante la creciente toma de conciencia feminista decidimos que es momento de reflexionar –de cara al día internacional de la mujer trabajadora– sobre distintos temas que nos convocan. A partir de esa toma de conciencia sentimos la necesidad de contagiar este entusiasmo a otras mujeres, especialmente lesbianas, que deseen compartir con otras distintos procesos creativos que den inicio a una nueva forma de vivir nuestra existencia.


Sabemos que no empezamos de cero, hemos en realidad adquirido una conciencia feminista, nutrida por todos los aportes realizados por las mujeres que nos antecedieron. Deberíamos tener presente todo su conocimiento, sobre todo el de las radicales, las lesbianas, si quisiéramos hablar realmente de una toma de conciencia feminista radical, no dejando estructuras sin analizar por el camino.



Empezaremos por recapitular lo que todas deberíamos tener ya claro llegado este punto:


- Sabemos lo que hace el opresor, conocemos nuestra opresión, el patriarcado sigue operando y una de sus principales metas es mantener el control sobre nosotras; tenemos que escapar del opresor y sus sistemas de control, separarnos de él.


- Nos mantienen unidas al opresor a través de la heterosexualidad como régimen y sus instituciones.


- La heterosexualidad implica un conjunto de violencia sexual, económica y simbólica al que las mujeres somos expuestas y que a veces se normaliza por el adoctrinamiento en dos instituciones misóginas:

→ La pornografía, promovida desde el liberalismo sexual: a las mujeres se les hace creer que deben desear a los hombres y que su placer reside en la sexualidad creada por ellos. Desde esta mentalidad se exponen a las peligrosas prácticas del coito, el BDSM, etc. Todo esto es un engaño para mantener a las mujeres disponibles sexualmente para los hombres y bajo el yugo del riesgo de embarazo y/o necesidad de aborto que las ata a los opresores en la institución de la familia.

→ El amor romántico, que promueve la abnegación de las mujeres y la idealización de las relaciones con el opresor como las únicas capaces de dar felicidad y una vida plena a las mujeres. El amor al opresor siempre es contrario a la propia integridad, y las mujeres feministas lo viven como una contradicción y una insatisfacción enigmática, manteniendo unas dinámicas que buscan reconocimiento y apoyo en aquellas personas que son incapaces de ver a las mujeres como mujeres y no como producto de la ideología patriarcal (objeto femenino de deseo/desprecio).


Para mantener todo esto funcionando, los opresores (los hombres) tienen que hacer que las mujeres vean imposible relacionarse con el mundo de un modo no-heterosexual: se nos borra a las lesbianas:


Se nos borra desde la ideología de la pornografía, nos dicen que una lesbiana es un fetiche, una mujer que tiene lo que los hombres llaman "sexo" con otra mujer, despolitizando y trivializando nuestra existencia lésbica, a la vez que se establece toda relación “sexual” como necesitada de un pene/falo para ser plena.

Se nos borra desde las instituciones de control social de la religión patriarcal, la medicina y la psiquiatría, culminando años de esfuerzo por hacernos terapia de conversión en el grooming* temprano del fenómeno trans y su misoginia que hace que niñas y jóvenes se mutilen y enfermen por no soportar la imposición de género o por no concebir la posibilidad de ser lesbianas. También desde estas instituciones se lanza a las mujeres el discurso de que somos una anomalía, una aberración, una otredad.


El fenómeno trans no es el único que ha borrado el significado profundo de ser lesbiana, con anterioridad se han generado conceptos innatistas y humanistas que pretenden despolitizar nuestra existencia. Actualmente el concepto de la orientación sexual pretende naturalizar las relaciones de las mujeres con los hombres y presentar la existencia lésbica como algo carente de agencia, un don o una maldición del destino.

Las lesbofeministas y feministas lésbicas rechazamos este concepto y este nuevo intento del sistema por definirnos de un modo limitador y discapacitante.


Toda mujer puede llegar a ser lesbiana.


Ser lesbiana siempre tiene un componente de elección, de afirmación positiva.


La existencia lésbica es la base para una vida libre de la opresión de los hombres, por tanto debería ser reconocida en el movimiento por sus potencialidades y, en función de eso, movilizarse hacia ella.


La existencia lésbica es la que permite ver a las mujeres en su totalidad, sin restringirnos a nosotras mismas ni a las demás unos sentimientos, relaciones y cuidados que la heterosexualidad como institución y el patriarcado como sistema nos exigen que reservemos para los hombres.


El amor a las mujeres debería ser la base del movimiento feminista y por tanto consideramos que de un modo u otro, el feminismo es inherentemente lésbico.


Como feministas debemos identificar todas las instituciones que nos mantienen atadas al opresor, y esto pasa necesariamente por aquellas que mantienen viva la esfera privada que ellos crean para explotarnos y aislarnos, y la principal encargada de esto es la heterosexualidad.


Vivimos en un momento histórico de diversas crisis por la implosión del patriarcado, que es insostenible, en el que esas instituciones intentan más que nunca controlar a las mujeres para mantener así la imagen de estabilidad de su sistema.


La crisis del covid, producto de la necrofilia de los hombres (sistema productivo/especista), en la que han muerto millones de mujeres a causa de la enfermedad, muchas veces contraída por el trabajo de cuidados a los hombres o por el mantenimiento de sus instituciones, además se nos dió como supuesta solución una vacuna a penas probada en mujeres la cual afectó nuestros ciclos menstruales y cuyas consecuencias a largo plazo aún no conocemos, demostrando una vez más que la salud de las mujeres nunca ha importado.

Las múltiples crisis económicas del capitalismo y de todos los sistemas económicos de los hombres, que se ceban siempre con las mujeres y suponen un aumento de la mentalidad misógina que mantiene a las mujeres sin trabajo o con unos trabajos extremadamente precarios a la vez que cuidan de la descendencia del hombre que la ha tomado como posesión en la pareja, y de los hombres mismos. Estos sistemas sostenidos sobre el contrato social entre hombres y la imposición sobre las mujeres del contrato sexual, son los encargados de crear la escasez que sufren las mujeres y que las arrastra a través de todo tipo de violencias al sistema prostituyente o de explotación reproductiva o hace que los hombres se vean más motivados aún a hacer trata de niñas y mujeres.

Las (perpetuas) crisis bélicas que siempre son incentivadas por la consagración y extensión del poder arrebatado de los hombres, la explotación de la tierra y las personas, y en las que siempre las grandes perdedoras somos las mujeres que acabamos teniendo que acatar los requerimientos ideológicos de un bando masculino u otro bajo la amenaza de extrema violencia, y bajo el terrorismo que implica el uso de nuestras cuerpas como trofeo de guerra para los "bandos enemigos". Actualmente el mayor empeño de los hombres, en conjunto y sincronía con la explotación, es la guerra. Estas dos acciones necrófilas se complementan perfectamente. De ahí la existencia de cuerpos armamentísticos que todas las mujeres nos vemos obligadas a sostener con nuestros impuestos por nacer en una tierra que ellos han llamado "su nación" y que pretenden "defender" con el uso de armas, vidas y la creación de políticas migratorias que impidan el escape de las mujeres.

La crisis climática, producida por la avaricia y el descontrol necrófilo del patriarcado que explota los recursos tal como hace con las mujeres, y que genera residuos nunca antes encontrados en nuestro planeta, que afectan sobre todo a nuestra salud, la de las mujeres. Al participar en su sistema estamos acelerando la destrucción necrófila de todo lo vivo, pero de las mujeres con una especial celeridad, pues somos las más expuestas desde la condición de precariedad e ignorancia médica intencionada. Somos las primeras en quedar sin agua potable cuando una compañía multimillonaria la roba a un territorio indígena, somos las primeras en caer enfermas en la fábrica por usar productos químicos diariamente por unos céntimos para llevarnos algo al estómago, somos las primeras en enfermar por el uso de pesticidas en nuestra comida, disruptores endocrinos en los productos que nos impone la cultura de la belleza, la contaminación en el aire de los combustibles fósiles y las ondas electromagnéticas que afectan principalmente a nuestros úteros y sistemas endocrinos.


Al tomar conciencia vemos que estamos participando en una sociedad que va en nuestra contra. Las lesbianas llamamos a abandonar la complacencia y combatir todas las instituciones opresivas que han sido normalizadas:


La medicina moderna ignora nuestra corporalidad y nos exige sacrificios para que mantengamos girando la rueda del cuidado a los hombres y a su sistema, y nos mantiene mermadas como ya lo hicieron prohibiéndonos montar en bicicleta, recetándonos ser penetradas, impidiéndonos el aborto y la atención entre mujeres... Nos ningunea, hace luz de gas, abandona y contribuye directamente a nuestra despolitización y explotación. Además los hombres siguen perfeccionando el control desde la “medicina” con la creación de nuevas instituciones que dictaminan sobre nuestras cuerpas, hábitos y medioambiente, como la OMS, ante la que la pantomima de la democracia de los “Estados” cada vez tiene menos capacidad de intervención, subordinándonos así aún más irremediablemente.

La psiquiatría y la psicología refuerzan y promueven la ideología misógina, patologizando y despolitizando nuestra existencia. Creando diagnósticos ad hoc contra las mujeres que se rebelan contra el sistema, como en su momento lo fue el "lesbianismo", que era diagnosticado a las mujeres sufragistas, a las que querían estudiar ciencias, a las que rechazaban la institución del matrimonio... La psiquiatría que nos hizo terapia de electroshock, lobotomías y que nos sigue encerrando por ser lesbianas y/o feministas. La psicología que ahora busca dictaminar y diagnosticar (o ayudar religiosamente al autodiagnóstico) nuestra "orientación sexual", o, preferentemente, nuestra "identidad de género", con vistas a encajarnos en el sistema misógino y que dejemos de representar, como lesbianas y/o feministas, una amenaza para sus dinámicas de desprecio y explotación públicos y privados de las mujeres.

La academia, que mantiene un eminencialismo dirigido a promover y sostener la ideología imperante y misógina, la mujer que quiera ser autora o investigadora de la realidad, deberá atenerse a las bases epistemológicas del patriarcado para tener un espacio en la academia, haciendo así de token y participando de su propia opresión y la de las demás. Nos negamos a dar continuidad a las ideologías y grandes relatos que mantienen a las mujeres desconocedoras de su propia realidad, que mantienen el foco en los deseos, proyectos y valores de los hombres y que sirven directamente para mantenernos a las lesbianas, y a todas las mujeres, borradas y explotadas.

LA HETEROSEXUALIDAD con todas sus instituciones derivadas, entre las que destacamos en este momento histórico:

El matrimonio que nos mantiene directamente atadas legal y moralmente a ellos. El matrimonio "homosexual" no es una petición de las lesbianas feministas, sino del colectivo gay masculino que nunca fue oprimido por el matrimonio y por tanto sólo lo entiende como una extensión de sus privilegios como hombres (o sea, de sus derechos en un sistema de derecho inherentemente misógino). Para las lesbianas feministas, el matrimonio es el modelo formal de la explotación heterosexual y patriarcal de las mujeres, y consideramos que una extensión a las lesbianas es una burla y sólo sirve para consolidar el modelo heterosexual, que sigue imponiéndose por la fuerza a mujeres y niñas en todo el mundo.

La maternidad obligatoria (o la maternidad según la establece el patriarcado) que ata a las mujeres a sus opresores, normaliza y justifica la violencia (hetero)sexual y separa a las mujeres a través de la imposición de la esfera privada y la institución de la familia. Llamamos a todas las mujeres a examinar los mitos de la maternidad y a valorar las implicaciones de una maternidad en el patriarcado tanto para las niñas y niños a nacer como para las mujeres que habrán de asumir el rol de madre, cooptado, fragmentado y falsificado por la figura del padre en la esfera privada y en la pública.

El capitalismo, que sufrimos la mayoría de nosotras, en sus sistemas de títulos y acreditación, con la falsa meritocracia que es por defecto misógina, que mantiene a las mujeres en el espejismo de las necesidades creadas y el adoctrinamiento en el sistema de valores de los hombres, individualista y despolitizado. Su sistema es contrario a nuestros ciclos naturales de desarrollo, y a los de la mayoría de los seres vivos, y nos sigue exigiendo un trabajo mucho más arduo a nosotras que a ellos para permitirnos mantenernos en él, unas metas incompatibles con la vida y el disfrute de nosotras mismas. Estamos atentas a una validación que esperamos nos mantenga con vida (con capacidad de consumir lo que ellos nos permiten consumir) pero en el camino estamos dejando toda la vida que podríamos tener. En la otra cara del capitalismo están todas las mujeres y niñas víctimas del extractivismo imperialista, que, a costa de su salud y con aún menos vida que nosotras, trabajan en las fábricas precarias de esas necesidades creadas, en las minas de las que se extraen los productos, en los campos donde se cultiva el alimento que no nutre, en las granjas de mujeres y las calles y burdeles donde los hombres cierran sus tratos, y donde ellas a menudo enferman y mueren.

El colonialismo extractivista. Siendo parte de nosotras habitantes de Abya Yala/Wall Mapu, territorio que actualmente se conoce como América Latina, consideramos con total convicción que este territorio, al igual que muchos otros, sufrió la invasión, conquista y colonización por parte de varones europeos. Aquí dejamos en claro que no fueron las mujeres quienes atravesaron las aguas para saquear y violar cada una de las formas de vida que habitaban la tierra, sino hombres, en una extensión de sus políticas de dominio sobre la tierra y aquellas y aquellos a quienes hacen “la otredad”. El colonialismo no es una institución del pasado. Así como en su momento les fueron mutilados y arrancados los senos a miles de mujeres originarias que utilizaron como objeto de trofeo y como competición de medida del falo blanco, a cambio de unas pocas libras, aún hoy vemos cómo se mantienen estas opresiones cuando los hombres blancos realizan la "caza de chinitas", práctica que hace referencia a salir a secuestrar niñas indígenas para violarlas en zonas rurales. Estas mujeres son vulnerabilizadas y segregadas a vivir en las "villas miseria" en el caso de las que migraron forzadamente a las urbes, en calidad de empleadas domésticas de quienes han hecho uso y abuso de sus tierras, incluso convirtiéndose en víctimas de trata y prostitución. Reconocemos que la colonialidad del saber y del poder se sigue reproduciendo y que el racismo y etnocentrismo (masculino-europeo en su forma y fondo, pero reproducido también por todo tipo de mujeres alienadas) continúa imperando y colaborando con la destrucción de lo que queda de estos pueblos vivos que no lograron exterminar. Entendemos, así como añade Adriana Guzmán Arroyo, que padecemos un entronque patriarcal (fusión del patriarcado originario con el patriarcado colonialista) que atravesamos quienes vivimos en lo que la cultura occidental denomina "tercer mundo" y que imitar la ideología del “progreso” solo nos conduce a una alienación más profunda mediante cada una de las instituciones antes desarrolladas.

La religión patriarcal que se traduce en fragmentación Espiritual. El asentamiento del capitalismo fue posible gracias a que el poder espiritual inventado por los hombres -su religión- ordenó la cacería, tortura y quema de las brujas, mujeres que no se regían por las instituciones patriarcales ( y que poseían profundos conocimientos sobre sus cuerpas, la naturaleza, el universo, el arte, la alquimia, etc. Para dar paso a la institución de la medicina moderna, los conocimientos de las mujeres fueron tergiversados y usados en su contra. La cacería de brujas no se limitó a territorios europeos, las mujeres en Abya Yala/Wall Mapu que resguardaban conocimientos también fueron quemadas y hasta el día de hoy siguen siendo perseguidas mujeres en muchos territorios del planeta por razones similares. La primera usurpación de las mujeres fue por parte de los sacerdotes, que dotaron de divinidad a las acciones necrófilas, convirtiendo a las mujeres en las enemigas primigenias de la humanidad, permitiendo la aceptación y expansión del patriarcado a través de su religión; alejándonos de nuestra intrínseca conexión con las otras y con la naturaleza. La fragmentación del conocimiento de las mujeres en medicina/ciencia/arte/espiritualidad ha permitido de inicio todas las violencias patriarcales, la fragmentación es necesaria para despersonalizar a las mujeres a través de la división cuerpa/mente y así priorizar a los hombres. Para poder regresar y reconocerse a una/nosotras es necesario ir más allá de la falacia patriarcal de la “dualidad” que mitifica la heterosexualidad y la hace parecer la norma “universal” al negar por completo la existencia lésbica, integrar la cuerpa/mente para poder mirarnos con claridad a nosotras y a las otras. Deben superarse los mitos patriarcales que santifican la reproducción justificando con ello todo tipo de opresiones, especialmente todas las que giran en torno a la sexualidad, y reconocerse que el control religioso, científico y político de las mujeres siempre han ido de la mano, como nos mostró la quema de brujas, el mayor genocidio y ginocidio de la historia, en el que con la ayuda de las primeras estrategias propagandísticas y la justicia patriarcal más explícita, mataron a 9 millones de mujeres. Las mujeres indígenas y aquellas que aún conservan el conocimiento de sus ancestras nos han demostrado que es posible el cuidado de la vida más allá de la ideología patriarcal. Llamamos en este manifiesto también a conservar el saber de la medicina ancestral y tradicional y la comunicación con el ambiente. Todas las mujeres tenemos el poder de sanarnos, de desarrollarnos y de habitar la munda sin la intervención de ninguna de las instituciones necrófilas y misóginas de los hombres, que siempre operan a costa de la opresión de las mujeres. Llamamos a todas a ser brujas.



En vista de todos estos factores en juego y del estado del mundo que nos dejan los hombres a través de su necrofilia, sentimos que las mujeres estamos metidas en una rueda, reproduciendo el sistema que nos oprime y que destruye el mundo en un intento por sobrevivir que finalmente sólo contribuye a perpetuar toda destrucción.

Desde esa necesidad de salir de ese sistema, de ese círculo vicioso, las lesbianas llamamos a dirigir la mirada a las demás mujeres.


Necesitamos un separatismo capaz de mantener la vida de las mujeres sin tener que recurrir a la explotación extractivista de otras o a las estructuras de poder arrebatado de los hombres. Necesitamos poder desarrollarnos sin reforzar a cada paso nuestro debilitamiento, sin darle más poder a nuestros opresores.


Para esto, lo fundamental es dejar de ver a los hombres como únicos garantes de nuestra felicidad o placer o de un sentido de coherencia y progreso cultural. Dejar de ver a su sistema como el único que aporta una posibilidad de desarrollar la vida, en lo relacional, económico e ideológico.


Hay en nuestra historia precedentes de mujeres que crearon una multitud de espacios para vivir plenamente entre, con y para las mujeres. Está en nuestras manos combatir el neoliberalismo patriarcal que actualmente se usa para intentar desarmar esas iniciativas, y seguir construyendo la posibilidad de unos espacios en los que las mujeres podamos desarrollarnos plenamente en nuestras muchas capacidades como personas, formar nuestra sociedad y nuestra cultura, sin la subordinación al patriarcado ni a ninguno de sus subproductos.


Dirijamos la mirada hacia otras mujeres y mirémonos a nosotras mismas. Sólo así conseguiremos que nuestros esfuerzos por mantener el modo de vida diseñado por los hombres -que nos mata y consume a diario- cesen como consecuencia de la toma de conciencia lésbica y feminista. Confiemos en nuestra capacidad creativa, volquemos nuestros esfuerzos, nuestras ideas y nuestro accionar en construir algo pensado por y para nosotras.


Las lesbianas feministas, lesbofeministas y feministas lésbicas, no nos sentimos representadas por unas marchas que piden reformas e inclusión en el sistema misógino y necrófilo de los hombres. Sentimos que las mujeres que no han examinado la heterosexualidad desde el feminismo vuelven a dar más lugar a las narrativas de los hombres y a los propios hombres que a nosotras, sus hermanas que denunciamos las violencias que sufrimos todas.


Sentimos que importan más los sentimientos de hombres que fetichizan la feminidad que el hecho de que nos impongan la lesbomisoginia hasta el punto de llevarnos a la disforia, la automutilación y el rechazo a ser mujeres.


Sentimos que importa más hacer que no se sienta amenazado el varón del que se espera (por condicionamiento patriarcal) placer sexual y una atención y cuidados mediocres, que hacer sentirse seguras a las mujeres que identifican claramente a los hombres como agentes de violencia, como opresores. Que se ignoran nuestros testimonios de agresiones, desprecios, femicidios y lesbomisoginia y se prioriza la normalización de la pareja y todo el sistema heterosexual, hasta dentro del feminismo. Que no se respeta el carácter de organización inherentemente separatista del feminismo radical ni siquiera en los espacios que se llaman feministas radicales.


Sentimos que nuestras hermanas situadas en la heterosexualidad siguen dando la espalda a nuestro amor también por ellas. Que hablan con la voz de los hombres cuando interpretan nuestra llamada a examinar la heterosexualidad como ataque, cuando lo que estamos haciendo es facilitar que amplíen su conciencia feminista desde nuestra visión exclusiva de ciertos fenómenos del patriarcado; cuando interpretan nuestra invitación a amarnos entre las mujeres como una incitación o hasta una agresión sexual, tratándonos con eso como si fuésemos hombres, cuando a lo que estamos llamando es a valorar lo que somos las mujeres y lo que tenemos que ofrecer y a no esperarlo de los opresores, a reconocer sus mentiras y sus sistemas de explotación; sentimos que hablan con la voz de los hombres cuando no son capaces de identificarse con nosotras y prefieren proyectar una igualdad imaginaria con los hombres que nunca llega a la posibilidad de amarnos entre mujeres, de ser lesbianas, de vivirse mujeres como nosotras nos vivimos: sin subordinarnos a los hombres en absolutamente nada.


Como lesbianas, y pese a todos estos obstáculos que se nos hacen profundamente dolorosos cuando vienen de parte de otras mujeres y absolutamente peligrosos cuando se trata de las maniobras de los hombres, queremos romper nuestro silencio para así encontrarnos las unas a las otras y que otras puedan unírsenos.


Como dijo Sheila Jeffreys en su último viaje a España en el que fue invitada a hablar de feminismo lésbico, cuando en los 70 las mujeres se encontraban con una comunidad de mujeres lesbianas feministas vibrante, la energía que desprendían las mujeres, las potencialidades e ideas de las mujeres, era algo en sí mismo erótico. Las mujeres que llegaban a esa comunidad muy pronto veían que podían amar a las mujeres, que las mujeres no eran la performatividad vacía que les exigía el patriarcado, y eso las hacía amarlas y acompañarse unas a las otras. Como dijo Sheila Jeffreys, necesitamos esa comunidad de cientos de miles de lesbianas para poder cambiar el mundo. Como dijo Audre Lorde, el eros lésbico nos hace ver las diferencias entre nosotras como el lugar desde el que construir, crecer y acompañarnos. Como dijo Adrienne Rich, no podemos olvidar nuestra capacidad intrínseca de amar a las mujeres.


Llamamos a todas las mujeres a considerar qué es lo que está en juego para las mujeres en un 2022 profundamente misógino y necrófilo. Lo poco que perder y lo mucho por ganar que tenemos las mujeres si nos unimos para construir.



Como lesbianas, por último, queremos dirigirnos a las demás lesbianas:


Queremos recordar que lo que nos mantiene en esta existencia no es sólo el amor a otras mujeres, sino la identificación con nosotras mismas por sobre los requerimientos y las coacciones del sistema patriarcal.

Pese a que entendemos como una necesidad el que todas las mujeres puedan encontrar una comunidad lésbica desde la que construir un Afuera del patriarcado, sabemos que para que esta se establezca primero tenemos que sacar al patriarcado de entre nosotras, lo cual se acelera entre lesbianas, y se obstaculiza cuando intervienen mujeres que de un modo u otro traen consigo a los hombres. Además, después de presenciar cómo los tentáculos de los opresores se extienden hasta el "movimiento feminista" que perpetúa el borrado, desprecio y las violencias hacia las lesbianas, vemos como una situación de emergencia el encontrar espacios seguros para nosotras.


Es por eso que las Lesbianas de la Munda llamamos a todas las lesbianas con conciencia feminista a unirse a sus hermanas lesbianas desde esa conciencia, teniendo en mente que esta unión es algo político y que en sí misma está constituyendo un cambio profundo de la realidad y las potencialidades de todas las mujeres como conjunto.


Que estamos haciendo una Revolución/Utopía.


Y que sólo necesitamos dejar de creer en ellos y sus mentiras y creer en nosotras de manera práctica para lograr materializar una Munda donde las mujeres nos demos la libertad a nosotras mismas.


Queremos convocarnos a un separatismo que logre ser liberador. Que constituya de manera práctica esa Otra Munda.



De cara a este 7M, día de la visibilidad lésbica en algunos de nuestros territorios, y a este 8M, las llamamos, lesbianas, a reunirse antes y después de las marchas y presentarse así como bloques, bajo el símbolo de la labrys para poder identificarse; o a rechazarlas frontalmente y buscar otros lugares de encuentros con lesbianas si sienten que las marchas son hostiles para con ustedas y/o inútiles. Las invitamos a hacer sus propias acciones tal como muchas de las integrantes de Lesbianas de la Munda vamos a hacer, a llamar a las mujeres a su alrededor a tomar conciencia de la pieza clave en el patriarcado que es la heterosexualidad, a iniciar sus propias agrupaciones de coordinación, concienciación y construcción lésbica.


Las llamamos a sacar el orgullo real de ser lesbianas, el que viene del conocimiento de que con nosotras traemos la posibilidad de otra munda, una libre de la violencia de los hombres y llena de la amora de las mujeres.


Las animamos a seguir creando conciencia feminista y lésbica.


Sigamos creando lazos, rompiendo cadenas.




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* grooming: Son conductas desarrolladas por un adulto, generalmente varón, que buscan ganarse la confianza y el efecto de niñas y/o niños para lograr después con ello abusar de ella/él sexualmente u obtener material de contenido sexual.

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En la redacción de este manifiesto han participado mujeres integrantes del grupo ilimitado que trasciende el tiempo y el espacio, Lesbianas de la Munda, entre ellas: Tabata Spinster, Elfa Paola, Ananda Castaño, Luciana de Lesbos, Belén Noir, Carolina H, Carolina Pérez, Giulliana y gloooorrrr.


Este manifiesto está nutrido del testimonio, los escritos y el estudio de las que nos precedieron, destacando a las Radicalesbians, Monique Wittig, Mary Daly, Sheila Jeffreys, Marilyn Frye, Audre Lorde, Adrienne Rich, Margarita Pisano, Adriana Guzmán, Victoria Sendón de León y muchas otras mujeres que nos inspiran y acompañan.


~Todas las mujeres están invitadas a compartir este manifiesto, adherirse a él como firmantes si son lesbianas o agrupaciones que integran y dan voz a las lesbianas, e imprimirlo para su uso en marchas o cualquier tipo de acción feminista.~



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Se adhieren al manifiesto:


1.Agrupación (Re)acción Lésbica

2.Colectiva Pibas por la Abolición

3.Tabata Spinster

4.Luciana de Lesbos

5.Ananda Castaño

6.Belén Noir

7.Carolina H.

8.Carolina Pérez

9.Giulliana

10.gloooorrrr

11.Elfa Paola

12.Grupo de autoconciencia y divulgación Reflexión Lésbica (Internacional)

13.andy_womon (España)

14.Vega (España)

15.Pausitar (Ecuador)



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